Guelatao De Juárez, Oax. “¿Y ahora qué voy a decir yo, Yamileth?”, preguntó el presidente Andrés Manuel López Obrador. La niña de siete años sólo sonrío. Con su voz cantarina, la pequeña acababa de convertir un discurso sobre el legado de Benito Juárez en un poema escolar, brazos nadadores incluidos, y se había ganado a la escasa concurrencia.
El mandatario dio un discurso mucho más corto que el año pasado. Y sustancioso, aunque no en asuntos históricos, sino en temas más terrenales y metálicos.
El Presidente tenía, para decirlo de un modo sencillo, una noticia buena y una mala. Y, como se estila, decidió dar la mala por delante.
Se remontó a 2016, cuando el Congreso aprobó la eliminación del salario mínimo como referencia y abrió paso a la unidad de medida y actualización (UMA). Se refirió enseguida a las protestas que han acompañado sus giras recientes, mayoritariamente realizadas por maestros jubilados que plantean que sus ingresos se irán reduciendo paulatinamente.
“Los trabajadores han estado demandado que se regrese a la medición anterior, es decir, que continúe siendo el salario mínimo el que indique el incremento sobre las pensiones.”
De inmediato, recordó que recientemente la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió que las UMA sigan siendo la referencia para el pago de pensiones, no los salarios mínimos.
Y finalmente llegó a la mala noticia: “En esta nueva etapa, el salario mínimo ha crecido 44 por ciento en términos reales”. En contraste, “la UMA se ha reducido en 58 por ciento en relación con el salario mínimo”.
El Presidente lo puso en plata: “Una UMA es equivalente a 89 pesos 62 centavos, comparada con 141 pesos 70 centavos del salario mínimo. Si se toma en cuenta el salario mínimo en la frontera, que es de 213 pesos 39 centavos, la diferencia es aún mayor, se eleva a 138 por ciento”.
Los sectores productivos y el mismo gobierno, sostuvo, consideran que “si se decidiera la desaparición de la UMA y se regresara a la base del salario mínimo, éste no se incrementaría más allá de la inflación por el peso que significa el pago de las pensiones”.
En febrero pasado, la SCJN determinó que las pensiones deben calcularse en UMA y no en salarios mínimos. El asunto fue resuelto por la Segunda Sala, que preside la magistrada Yasmín Esquivel Mossa, quien fue propuesta para el cargo por el Presidente en 2019.
La resolución “afecta a todos, salvo a los que ya están pensionados o jubilados”, sostiene Gustavo Leal Fernández, experto de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Añade: “Afecta a todos porque opera lo que he llamado la ecuación original desde la desindexación: cotizas en UMA, te jubilo en UMA”.
Siguió el anuncio que sorprendió a muchos. Para empezar a los funcionarios encargados del tema en cuestión.
Dijo López Obrador: “De acuerdo con nuestras posibilidades económicas y buscando mejorar la situación de pensionados, jubilados y adultos mayores del país, he tomado la siguiente decisión: la pensión universal para adultos mayores se entregará a partir de los 65 años, como se hace cuando se trata de la población indígena; (…) incrementará gradualmente hasta llegar al doble al inicio de 2024”.
Agregó que este plan comenzará desde el próximo julio, con un incremento de 15 por ciento. En enero de 2022, 2023 y 2024 el aumento será de 20 por ciento anual más inflación hasta llegar a 6 mil pesos bimestrales.
Esto representa subir el presupuesto anual para dicha pensión de 135 mil millones de pesos a 240 mil en 2022, a 300 mil millones en 2023 y a 370 mil millones en 2024, en beneficio de 10 millones 300 mil adultos mayores.
Recalcó que los recursos saldrán de lo obtenido de la austeridad republicana, “sin aumentar la deuda ni los impuestos y sin gasolinazos”.
Así, en el último año de su gobierno, la pensión llegará a 6 mil pesos bimestrales y la edad para recibirla bajaría de 68 a 65 años.
“Nos vemos el año que entra”
El titular del Ejecutivo federal pasó la noche cerca de Guelatao, en una cabaña de San Miguel Amatlán. “Pasó frío”, dijo un funcionario del ayuntamiento.
Llegó puntual a la cita, escuchó el Himno a Juárez, los discursos de la niña Yamileth Santiago; del presidente municipal, Federico Hernández Ramírez, y de Adelfo Regino Montes, director del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas.
También escuchó al gobernador Alejandro Murat. “Nosotros pensamos en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones”, dijo el mandatario estatal, luego de lanzarse contra “politiquerías”, en una entidad que hierve con la definición de candidaturas.
Tras dar el anuncio que le importaba en esta coyuntura, López Obrador volvió a la historia y remató: “En esta primavera y en este renacimiento nacional honramos, pues, la memoria del presidente Juárez con acciones concretas y reiterando nuestro lema: Primero los pobres”.
Tras despedir al Presidente, el cabildo en pleno intercambió impresiones con dirigentes de la sección 22 del SNTE y con Adelfo Regino Montes.
Todos se mostraron satisfechos con la ceremonia por el 215 aniversario del natalicio de Benito Juárez, aunque fue muy distinta a la de otros años, por la pandemia, naturalmente.
Guelatao “se cierra” a las seis de la tarde y todos los visitantes tienen que registrarse, además de que todas las actividades turísticas están suspendidas. También se canceló el tradicional torneo de basquetbol que reúne a chinantecos, mixes y zapotecos.
Todo lo anterior lo explicó el alcalde Federico Hernández Ramírez en el salón de cabildos, decorado con un gran cuadro de Benito Juárez y las fotografías de los presidentes municipales.
Tales medidas han conseguido, como dijo en su intervención Adelfo Regino Montes, que 87 municipios de la entidad estén “libres de contagios de esta enfermedad”.
En un ejercicio de memoria, Regino y los integrantes hicieron el recuento: Carlos Salinas de Gortari vino una sola vez en esta fecha histórica y no volvió tras una dura protesta de los maestros de la CNTE; Ernesto Zedillo nunca puso un pie en el lugar; Vicente Fox tuvo una suerte similar a la de Salinas en su única visita; Felipe Calderón no se paró nunca en Guelatao (“odiaba a Juárez”, dijo alguien en el salón).
Antes de subirse a la camioneta para regresar a la Ciudad de México, López Obrador dijo a sus interlocutores: “Nos vemos el año que entra”.
En La Jornada