Después de registrar 74 mil 646 solicitudes de refugio en el primer semestre de 2023, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) del Gobierno espera la inédita cifra de 150 mil casos al cierre del año, todo un reto para un organismo con un presupuesto escueto y una capacidad limitada.
“La proyección es que podrían llegar a ser 150 mil (peticiones de refugio), que rebasaría de forma significativa el número tan grande que tuvimos en 2021 (129 mil 769 solicitudes, récord previo)”, admitió el coordinador general de la Comar, Andrés Ramírez, en entrevista con EFE.
Este volumen récord -nunca antes se había registrado esta cifra a mitad de año- provoca que los procesos se demoren muy por encima de lo marcado por ley, 45 días, especialmente en lugares como Tapachula, ciudad fronteriza con Guatemala, donde se registraron más de la mitad de las solicitudes.
“Los 45 días es un plazo puesto en 2011, cuando llegaban a México 800 personas anuales, hoy llega eso en dos días. Hay que hacer una revisión a nivel nacional, ver por qué estamos tardando lo que estamos tardando. En algunos lugares dicen que son cinco, nueve meses”, explicó.
Los escasos recursos que la Comar, órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación (Segob), recibe del Gobierno es otro escollo que tiene que sortear para enfrentar la oleada de peticiones.
En el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2023 les asignaron unos 48 millones de pesos (2.8 millones de dólares), solo 3 millones más que el ejercicio anterior, insuficiente ante una inflación que empezó el año en el 7.91 por ciento.
“Todos los años hacemos cabildeo para tratar de aumentar el presupuesto, pero no puedo presumir de que lo hayamos conseguido (…). Con las cifras del PEF, a estas alturas habríamos colapsado”, reconoció.
Por ello, para contratar al personal necesario y mantener operativas sus oficinas dispersas por todo el país, han buscado el apoyo de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), de la Coordinación para la Atención Integral de la Migración en la Frontera Sur -otro órgano del que Ramírez es titular- y de la sociedad civil.
“De la Coordinación son cerca de 60 millones de pesos (3.1 millones de dólares) de presupuesto, más que la Comar, por más absurdo que parezca. Y Acnur hace una aportación que nos sirve para la contratación de 187 personas, material, equipo, vehículos. Eso te lleva a estar algo menos mal, pero es insuficiente, porque el flujo no para y lo que hoy ayuda mañana es obsoleto”, alertó.
Un país de destino
El aumento de solicitudes de refugio que México experimenta año tras año se debe a una amalgama de motivos que incluyen el endurecimiento de las restricciones migratorias estadounidenses y los motivos de siempre: la pobreza, los conflictos y la falta de libertades en los países emisores.
“A partir de 2019 se empieza a ver que México no es solamente un país de tránsito, sino de destino y asilo”, comentó Ramírez.
El volumen de solicitudes de refugio en la última década ha ido aumentando de forma consistente.
La cifra récord se registró en 2021, con 129 mil 769, y aunque en 2022 hubo un ligero descenso hasta las 118 mil 626, México fue el tercer país con más casos del mundo.
Preguntado sobre si México está preparado para acoger a tantas personas en necesidad de protección, Ramírez respondió que “ningún país lo está y todos tienen que hacerlo”.
“Pero México tiene todo para estar preparado, desde el punto de vista territorial, poblacional y económico, no es un asunto para estar preocupados”, argumentó.
Sí es un problema serio, contrapuso, para la Comar y las pequeñas y pobres localidades del sur del país donde se aglomeran la mayoría de solicitantes.
El drama de los haitianos
Entre las históricas cifras de solicitudes destaca la de los haitianos que, con 29 mil 532, casi duplican las registradas en todo el año pasado.
Aunque huyen de un país asolado por hambruna y violencia, solo el 6 por ciento obtienen resoluciones positivas.
No obstante, Ramírez aseveró que cerca del 40 por ciento de los potenciales refugiados haitianos abandonan el proceso y otro 10 por ciento no acuden a las entrevistas de elegibilidad, por lo que el número de rechazados no es tan elevado.
“Aún así, sigue siendo de las nacionalidades que menos tasa (de reconocimiento) tiene, y tiene que ver con el perfil y sus razones para solicitar el refugio. Con Acnur estamos viendo cómo encontrar herramientas para incrementar la tasa”, aseveró.