Ciudad de México. El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, reza todos los días a la Virgen de Guadalupe –en busca de un empujón divino– para que la reforma migratoria del presidente Joe Biden –que busca la regularización de 11 millones de indocumentados– sea aprobada por el Congreso estadunidense.
En entrevista con La Jornada afirma que históricamente la migración ha sido base de la prosperidad de su país, pero en la actualidad gran parte de la sociedad estadunidense “no entiende lo que pasa hoy” y se opone a la regularización.
Esto frente a flujos migratorios de proporciones nunca antes vistas. En 2021, hubo un registro histórico de más de 2 millones de migrantes detenidos en su intento por cruzar la frontera sur de Estados Unidos.
El representante de la Casa Blanca en México ubica a este fenómeno como una oportunidad para generar “una economía plena para el futuro”.
Salazar –quien en diversas oportunidades ha presumido sus raíces mexicanas y su fe guadalupana– asegura que los diferendos en la colaboración en seguridad entre ambos países se dieron en el pasado. Algunos, como la detención del ex secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos por presuntos nexos con el narcotráfico, generaron pérdida de confianza, misma que las administraciones Biden-López Obrador han recuperado para trabajar en objetivos comunes contra la criminalidad y la violencia.
Por primera vez en 200 años de relación bilateral, remarca, Estados Unidos ha asumido que la crisis de violencia en la región también es su responsabilidad y reducirla es la meta conjunta para los próximos años.
Alerta que la aprobación de la reforma eléctrica del presidente López Obrador podría impactar en el desarrollo y la integración de ambas naciones.
–¿Qué diferencias hay entre la nueva cooperación en seguridad y las anteriores?PUBLICIDAD
–El Entendimiento Bicentenario reconoce que la violencia es una responsabilidad de las dos naciones. Por primera vez en la historia lo estamos haciendo de manera conjunta y lo tenemos que resolver entre los dos gobiernos.
–¿Cuál es la prioridad para EU?
–Reducir la inseguridad en las dos naciones. Ahora hay mucha inquietud y mucho miedo tanto en México como en Estados Unidos. La forma en que trabajemos juntos para reducir la violencia en las comunidades es de muchísima importancia.
–¿Qué indicaría que el miedo está desapareciendo?
–Que el crimen organizado se reduzca y quebrar las cadenas de trata de personas, que bajen los homicidios y una variedad de cosas más por hacer para disminuir la violencia.
–¿Hay diferendos en las prioridades en seguridad?
–Muy pocos. En el pasado los hubo. Se dieron circunstancias que dañaron la relación y para poder trabajar en conjunto se necesita confianza. Ahora la tenemos. Hay una relación de aliados, de respeto mutuo y sin sorpresas.
–¿Cuál es la posición de Washington sobre el litigio de México contra las empresas de armas?
–El presidente Biden ha tenido una posición de años sobre las armas de asalto. Fue uno de los autores principales de la Ley de Prohibición Federal de Armas de Asalto (vigente de 1994 a 2004). No estamos involucrados en este caso ante la Corte (de Massachusetts), pero nuestra posición ha sido que esto de las armas debe cambiar (…) Estados Unidos tiene que hacer lo que pueda para prevenir que ese arsenal llegue a México.
–¿Pasará la reforma migratoria?
–Todos los días le rezo a la Virgen para que pase. Hace mucho tiempo que lo hago. Desde que estaba en el Senado, en la época del presidente (George W.) Bush, junto con los senadores Kennedy y McCain, trabajamos en ello. La migración es una política muy difícil en Estados Unidos, pero nunca perdemos la esperanza. En gran parte (de la nación) no se entiende la realidad de la migración, que ha sido el ingenio de la oportunidad y la prosperidad del país.
–¿Qué lo impide?
–En parte por los juegos políticos que vemos todos los días en Estados Unidos no se ha tenido suficiente unidad para pasar la reforma.
–¿Hay presión sobre México para detener el flujo migratorio?
–Esto se debe resolver entre Canadá, México, Estados Unidos y otros países del hemisferio. Es difícil, porque nunca en la historia nuestras naciones se habían encontrado con un asunto como el que vivimos ahora.
–¿La migración es en parte consecuencia del histórico colonialismo del norte hacia el sur?
–Es multifactorial y también histórica (…) Se da por la pandemia, la pobreza y la violencia en muchos países y la inestabilidad de la democracia en lugares como Venezuela (…) Los gobiernos de Estados Unidos y México buscamos crear esperanza y trabajo en los lugares de origen, para que la gente no llegue a este corredor tan horroroso. El desarrollo de Centroamérica y del sureste mexicano es muy importante.
–¿Preocupa a la Casa Blanca la reforma eléctrica en México?
–Puede impactar en el desarrollo y la integración de México y Estados Unidos. Queremos que México tenga una ley que apoye la energía limpia y los esfuerzos frente al cambio climático. Pero es un proceso que corresponde únicamente a México.
El embajador no evade referirse a las críticas de México a la OEA, el impulso que ha dado a la Celac y su estrecha relación con gobiernos con los que Estados Unidos tiene históricas diferencias políticas, como Cuba y Venezuela.
“Nosotros apoyamos a la OEA. Hay problemas por todo el Caribe, en Venezuela, y en muchos otros países. Respetamos la soberanía de México. No le podemos decir ‘apoya o no a este gobierno’. Tenemos un interés por razones históricas y por nuestra visión del mundo. Habrá diferencias, pero no nos deben distraer del proyecto grande, que es que tenemos muchísimo en común. Ahí me enfoco y no en lo que distrae.”
FUENTE: La Jornada