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Delegación zapatista toca tierra firme en Galicia

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Madrid. A las seis y diez de la tarde -hora europea- el Escuadrón 421, integrado por la delegación zapatista que surcó los mares para viajar desde México a Europa, pisó tierra firme. En concreto desembarcó en Vigo, uno de los principales puertos de Galicia, donde fueron recibidos con música tradicional festiva, sobre todo gaitas, flautas y panderos, que se mezclaba con los aplausos, los gritos de júbilo en los que se escuchaba “¡Zapata vive, la lucha sigue!”

La delegación zapatista llegó en realidad a las costas gallegas el pasado domingo 20 de junio, alrededor de las cuatro de la tarde, pero no pudieron desembarcar por varias cuestiones de organización y también burocráticas, entre ellas la realización de una serie de pruebas para corroborar que entre los miembros de la delegación no hay ningún enfermo de Covid-19 y también después de que la Guardia Civil española -que es la responsable de vigilar las fronteras marítimas- comprobó que todos los documentos estaban en regla.

A su desembarco en la Playa de Carril fueron recibidos por decenas de simpatizantes de la causa zapatista del Estado español, sobre todo de las organizaciones zapatistas de todo el mundo, aunque las delegaciones más numerosas eran las gallegas, vascas y madrileñas, que viajaron hasta el puerto de Vigo para darles ánimo y fuerza para esta gira que iniciaron hace casi dos meses. Pero también había otras muchas personas que viajaron desde Suiza, Alemania, Italia, Reino Unido, Grecia e Irán para recibir a la delegación zapatista en Galicia, donde permanecerán hasta una semana para terminar de tocar tierra después del largo viaje y preparar los actos y las agendas para los próximos meses.

El objetivo de la gira es visitar hasta 30 países del Viejo continente y en la que participaron los que hicieron la travesía en barco de vela, entre ellos las cuatro mujeres (Lupita, Carolina, Ximena y Yuli), dos hombres (Bernal y Darío) y una persona no binaria (Marijose), que denominan “otroa”. A lo largo de las próximas semanas se sumarán otros representantes zapatistas que viajarán en avión desde México.

Después de desembarcar y pisar tierra firme, los zapatistas fueron llevados, siempre rodeados por decenas de simpatizantes que aplaudían y les animaban en todo momento, a una especie de escenario en el que había tres canoas de madera y pintadas a mano y que atravesaron el Atlántico, y en el que realizaron su primer acto público. Con gritos constantes y enérgicos de “EZLN” y “Zapata vive”, los zapatistas tomaron por primera vez la palabra en un acto simbólico para rebautizar la tierra a la que llegan como “tierra insumisa”.

Lo primero fue que, uno a uno, les fueron dando la bienvenida a la delegación zapatista. Así lo hicieron los representantes de las redes zapatistas de Alemania, Grecia, Galicia, el País Vasco, Madrid y otros colectivos, como los que defienden y luchan por la erradicación de los desaparecidos en México, o los militantes de las organizaciones LGTBI o las agrupaciones de lucha “transfeminista”, los defensores de la ecología y el medio ambiente.

Después se celebró la ceremonia en el templete, en el que había un gran letrero que decía “Xira por la vida (gira por la vida, en gallego)” y una bandera del EZLN. En el escenario, con las tres canoas y permanentemente música de gaitas y aplausos. Después tomó la palabra el capitán de la embarcación, un ciudadano alemán que celebró la llegada con bien de la delegación e instó a la sociedad europea a “despertar” y “escuchar la voz” de la delegación.

“En nombre de todas las mujeres, niños y otroas zapatistas, declaró que esta tierra a partir de ahora se llamará Tierra insumisa, tierra que no resigna. Y así será reconocido por propios y extraños mientras haya alguien aquí que no se rinda, que se venza y que no claudique”, aseguró una de las integrantes de la delegación zapatista. Y después fueron tomando la palabra uno a uno, para dar las gracias en sus respectivas lenguas”, dijo Marijosé, del Escuadrón 421. Y dio las gracias por poder compartir sus experiencias rebeldes para decirle al mundo capitalista que “otro mundo es posible” y que “nunca más un mundo sin nosotros”.

En La Jornada