En Entrelineas
Las negociaciones para reactivar la industria cervecera “se encuentran en punto muerto”, admite el presidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), Bosco de la Vega, quien estima que el daño al erario se acerca rápidamente a los 5 mil millones de pesos por impuestos no cobrados, junto con pérdidas por exportaciones que rozan los 400 millones de dólares mensuales.
Todo, sin que haya viso alguno de solución por parte de la Secretaría de Salud, autoridad que hoy tiene en sus manos la decisión final sobre la producción de cerveza en México.
“Si con sus criterios el subsecretario de Salud (Hugo) López-Gatell se está volviendo un Ministerio Público, no estamos de acuerdo. En este caso, se equivocó. No escucha razón alguna”, dice De la Vega. Habla respecto a la pared con la que han topado para tratar de explicar y dimensionar al zar anticovid el daño que ya sufre el sector cervecero, paralizado desde hace un mes.
Frente a la parálisis y el impacto económico, los industriales insisten en que han buscado convencer a López-Gatell mediante todas las rutas posibles: hasta ahora, por lo que expone el líder del CNA, ninguna ha tenido éxito. Ni cartas, ni mensajes, ni exhortos enviados a través de Alfonso Romo y el secretario de Agricultura, Víctor Villalobos. La comunicación literalmente se rompió desde hace dos semanas.
“¡Esto es una violación a la ley! La ley permite operar a las agroindustrias como esenciales, si son industrias prioritarias y la cervecera es una industria prioritaria. Lo demostramos, mandamos los escritos y pues no… ¡dijeron que no!”.
Pero, ¿no se les dio algún argumento? ¿Les esgrimió el subsecretario alguna razón de por qué detener la industria? Él no da razones. Y con esa negativa como barrera infranqueable, el líder del CNA dimensiona lo que está en juego: el producto agroindustrial más exitoso de México. Uno que representa por sí solo 25 por ciento de las exportaciones del campo mexicano. Y del que además dependen más de 600 mil empleos directos e indirectos. También, que significa la vida de 800 mil tienditas cuya economía se basa, al menos, en 80 por ciento en la venta de cerveza. Para remate, se trata de una maquinaria que genera la friolera de 1 por ciento del producto interno bruto del país. El daño se extiende a toda la cadena, aunque al final han ganado los especuladores.
“Son malas noticias para los productores, para los industrializadores, para los compradores y para el gobierno, que deja de recaudar impuestos”, advierte De la Vega. “Acabo de regresar de Sinaloa y la cerveza ya se vende en el mercado negro al doble”. De la Vega sentencia que el daño va a ser duradero. Aun si la industria se reactiva, tomará tiempo volver a producir cerveza y reparar la escasez que ya afecta parte del país, en particular porque la cebada con la que se produce ha comenzado a echarse a perder y el proceso de fermentación y puesta en línea de los tanques toma como mínimo 30 e incluso 60 días. “Las cerveceras van a empezar de cero”, lamentó.