Al ser un importador de gas natural y gasolinas, el país también verá efectos del conflicto armado, aunque aún es muy temprano para estimar su magnitud.
El impacto aún no es claro. Pero el conflicto entre Rusia y Ucrania ya agita de sobremanera los mercados y las consecuencias en la economía mundial, ya trastocada por la pandemia, serán inminentes.
El precio de los energéticos, todos en aumento, se ha convertido en la principal señal del nerviosismo en los mercados. Y México, un importador casi absoluto de gas natural y un importante comprador de gasolinas, también verá algunas repercusiones, aunque los analistas aún no tienen claro el tamaño del impacto. Ese, dicen, se conocerá solo día a día, a medida en que las amenazas de los países involucrados se concreten.
Los alcances económicos del conflicto armado se hacen tangibles en el aumento internacional del precio de los commodities, principalmente en los granos –como el maíz y el trigo– y en los energéticos. El golpe para México será en el segundo rubro. “El mayor impacto en el mercado agrícola va hacia Europa y el que nosotros vamos a recibir será vía los energéticos”, dice Luis Gonzalli, codirector de inversiones en Franklin Templeton, una firma con sede en San Mateo, California.
Quizá la mayor señal de nerviosismo en los mercados puede observarse en el precio del crudo Brent, la principal mezcla de referencia que ayer superó los 105 dólares, su precio más alto desde 2014 y la expectativa de los analistas se mantiene con una tendencia al alza para los siguientes días. Analistas estadounidenses tienen la previsión de que éste incluso alcance los 120 dólares por barril, según se ha difundido en la televisión local.
Y en ese tono también aumenta el crudo mexicano, la mezcla cerró ayer en 90.52 dólares por barril. Se trata también de su cotización más alta desde agosto de 2014, según los registros de Banco de México.
Y con ello, México se enfrenta a dos escenarios: un aumento en sus ingresos por exportaciones –aunque se han reducido como parte de la política presidencial– y un precio más alto en el precio de las gasolinas. La Secretaría de Hacienda ya ha llevado al tope los estímulos al consumidor para la compra de gasolinas. Desde la semana pasada el gobierno federal decidió absorber la totalidad del Impuesto Especial sobre la Producción y Servicios (IEPS) de la gasolina regular y ha dejado el estímulo para la premium en un 82.75% y el del diésel en 88.46%.
Ahora todos los aumentos quedarán en los usuarios, dicen los analistas. “Eso obviamente va a presionar la inflación, pero también va a beneficiar un poco porque somos exportadores de petróleo”, explica Gonzalli. Hacienda no podrá incrementar la cantidad de estímulos porque para ello deberían realizar modificaciones legislativas a la Ley de Ingresos, una solución que no se avizora en el corto plazo y de un alto costo para las finanzas públicas. Y con ello, la promesa presidencial de no aumentar el precio de los combustibles por encima de la inflación se tambalea.
¿Desabasto de gasolina?
Ayer por la tarde la gasolina regular importada de Estados Unidos al país se vendió hasta en 14.30 pesos el litro, casi 26 centavos más que ayer. El 3 de enero, la primera cotización del año, la gasolina se vendió a 11.74 pesos por litro, de acuerdo con datos proporcionados por OPIS, una agencia de precios de combustibles. Los impactos para los consumidores finales podrían verse en el corto plazo, cuando los comercializadores comiencen a reponer las gasolinas actualmente en almacenes. Los analistas ya avizoran una caída en el consumo por temor de un nuevo debacle económico y eso podría detener de nueva cuenta la recuperación de la crisis derivada de la pandemia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha descartado cerrar el suministro de petróleo y gas natural del que depende una gran parte de la Unión Europea. Pero los mercados se preparan para lo peor, después de la intervención rusa a tierras ucranianas. “Los tambores de guerra suenan cada vez más fuerte en Europa. El escenario central de tal resultado son los mercados energéticos, donde los precios del petróleo y el gas natural se han convertido en el barómetro del miedo de la crisis”, dice Norbert Rücker, Jefe de investigación Económica y de Next Generation Research del banco privado suizo Julius Baer.
La conclusión de los analistas es simple: México no correrá el peligro de padecer en el suministro de gasolinas, pero verá un alza constante como en el resto del mundo y la presión a los precios de todos los servicios y productos será inminente. La inflación no dará tregua.
El gas natural
Hay posturas encontradas, unos aseguran que los consumidores mexicanos están blindados debido al fuerte desarrollo de infraestructura entre el sur de Estados Unidos y México, y que, pese a una mayor demanda europea, el suministro al país se mantendrá por la sencillez de la logística.
Y están quienes creen que las ventas al país se van a reducir si Europa decide voltear hacia el mercado estadounidense para comprar gas natural licuado. La razón: los clientes europeos podrían ofrecer un mejor precio que los mexicanos.
“El gas natural tiene un riesgo más alto de suministro, porque los tanques de gas natural licuado quizá vayan a Europa porque se ofrecerán precios más altos (…). México tiene dos ventajas, no es un gran importador de gas natural licuado y la proximidad [con Estados Unidos] ayuda”, dice Fernando Valle, analista de Bloomberg Intelligence.
Pero ambas partes esperan una escalada natural en el precio, aunque no comparada con la que se vive en Europa, en donde los precios futuros del gas natural han sufrido una escalada de hasta 50% en solo un día, después de la intervención rusa.
“Para que México continúe importando las mismas cantidades necesitas estar pagando el precio que pagan los europeos”, dice David Rosales, un analista del sector. “El gas que compramos se recibe principalmente por ducto, pero eso es porque estamos cerca. Si Estados Unidos decide mandar más por barco a otros países, naturalmente se sustituirá por el que ahora se envía en barco”.
Más de la mitad de la electricidad en México se produce mediante gas natural, en el que se ha decidido basar la matriz energética debido a que contamina menos que otros combustibles fósiles y su precio es menor.
En tanto, Europa, que compra cerca del 40% del gas de Rusia, ya voltea hacia otros mercados para abastecerse, pero por ahora los productores del Medio Oeste, como Qatar y Arabia Saudita encabezan la lista para sustituir el suministro desde Rusia.
Pero esas subidas en el precio no podrán equipararse con lo sucedido en febrero del año pasado, cuando las tormentas invernales de Texas dejaron al país sin suministro de gas. “Los precios en el gas natural están incrementando, pero el aumento en México no podrá compararse ahora con Europa”, dice el analista de Bloomberg.
México tiene otras fuentes de generación eléctrica, como las plantas renovables o las centrales que funcionan a base de carbón y de combustóleo.
Pero las segundas plantas utilizan combustibles más caros que el gas, dicen los analistas. Y solo un aumento exponencial en el precio de este último volvería rentable esta opción, mencionada por el presidente ayer en su conferencia matutina.
Aún es imposible determinar la magnitud, explican, pero el aumento en el precio de generación eléctrica, y con ello en las tarifas, sería casi inminente.
En el largo plazo, los productores estadounidenses de gas podrían priorizar el desarrollo de proyectos para aumentar los envíos de gas natural licuado –gas que es sometido a otro proceso para ser enviado mediante barco– a Europa, y eso dejaría al mercado mexicano en segunda prioridad.
Por naturaleza, dicen los analistas, el mercado europeo podría ofrecer una mejor paga, y los compradores nacionales –como la estatal CFE y algunas compañías privadas– deberán de acercarse o mejorar la oferta.
Pero sin importar el porcentaje de aumento en el precio de los combustibles, los efectos harán subir, al menos temporalmente, los precios de las materias primas y de los productos finales. Industrias, como la acerera y la química, son grandes consumidoras de gas natural.
Y con ello los grandes esfuerzos de gobiernos y bancos centrales para contener la inflación podrían quedar cortos. Los analistas también esperan una baja en la confianza de los consumidores, quienes podrían tomar precauciones de nueva cuenta y recortar su gasto, replicando lo sucedido durante los momentos más álgidos de la pandemia.
FUENTE: Expansión