Mientras los grandes ingenios buscan soluciones tecnológicas y de infraestructura para adaptarse al cambio climático, los pequeños y medianos productores de caña en Veracruz enfrentan grandes dificultades para sobrevivir. La falta de acceso a recursos económicos, asistencia técnica y capacitación sobre adaptación climática los deja en una situación de alta vulnerabilidad.
Muchos productores denuncian que no existe un acompañamiento claro por parte de las autoridades. Aunque han existido programas de apoyo al campo, estos no han sido suficientes ni sostenidos en el tiempo, y en muchos casos, los recursos no llegan a quienes más los necesitan.
Algunos agricultores están intentando cambiar sus prácticas: han comenzado a experimentar con variedades de caña más resistentes a la sequía o a diversificar sus cultivos para no depender únicamente del azúcar. Sin embargo, estos cambios requieren inversión y tiempo, dos factores escasos entre los pequeños productores.
Además, el clima afecta también el financiamiento. Bancos y aseguradoras rurales están siendo más cautelosos a la hora de otorgar créditos, debido a la mayor probabilidad de pérdidas por eventos climáticos. Esto genera un círculo vicioso en el que los productores no pueden invertir para adaptarse, y al no adaptarse, son más vulnerables a las pérdidas.
Veracruz, con más de 20 ingenios y miles de familias cañeras, necesita con urgencia políticas públicas focalizadas que promuevan la resiliencia del sector. De lo contrario, el cambio climático no solo afectará al azúcar, sino a toda la red económica y social que depende de él.
