De acuerdo con la opinión de diversos especialistas, el desempleo que aún persiste en el país se debe no sólo al impacto de la pandemia sino a problemas estructurales que no han permitido cubrir el déficit del mercado laboral.
Si en la calle se observa más movimiento y se percibe una reactivación económica, ¿por qué no hay empleo? La pregunta es válida para 4.1 millones de personas que se encuentran en búsqueda activa de oportunidades laborales, 642,334 más de los que había antes de la pandemia, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
Las causas del desempleo en México se deben a diversos factores, uno de ellos, es que en casi dos años el mercado de trabajo estuvo en un proceso de recuperación y aunque ya se tiene el mismo nivel de ocupación que se reportaba previo al impacto de la pandemia, no se crearon los empleos suficientes para satisfacer el crecimiento de la Población Económicamente Activa.
“Tenemos una resaca de la desocupación. Tenemos un exceso de desocupación porque si bien la actividad económica se ha estado recuperando, no ha recuperado aún el nivel de actividad económica que había antes de la pandemia y, por otro lado, aunque la ocupación se ha recuperado fuerte, aún seguimos con un déficit”, explica Marcelo Delajara, director del Programa de Crecimiento Económico y Mercado Laboral del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
En ese sentido, el especialista expone que durante el período de recuperación tras el impacto inicial de la pandemia la población en edad de trabajar ha seguido creciendo, pero el mercado laboral no ha generado oportunidades para ellas.
“El mercado laboral no ha absorbido todo el empleo necesario para atender el crecimiento poblacional en el último año”, apunta Marcelo Delajara.
Al mercado de trabajo le tomó 16 meses regresar al nivel de ocupación que tenía en marzo del año pasado, el mes previo a la caída drástica en el empleo por las restricciones a las actividades económicas no esenciales para frenar los contagios de la covid-19. Las últimas cifras de la ENOE indican que la población ocupada es de 731,837 personas más de las que había antes, pero también hay 2.3 millones de personas adicionales en la población mayor de 15 años de edad, considerada como potencial para incorporarse al mercado de trabajo.
“Ya volvimos a los niveles de ocupación previos a la pandemia. Sin embargo, hay más gente. No llegamos a la tendencia (de creación de empleo) que teníamos antes. El nivel recuperado es proporcional a la población de inicios del 2020, pero ya somos más. Si hay los mismos puestos de trabajo, hay más competencia por cada uno de ellos”, comenta Jesús Carrillo, director de Economía Sostenible del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Para el especialista, otra de las explicaciones por las cuáles persisten altos niveles de desocupación en el país es porque la recuperación se ha dado de manera desigual en los estados y porque el sector de servicios, principal motor el empleo, presenta aún rezagos en algunos renglones.
La debilidad del mercado laboral y la falta de oportunidades para quienes se han incorporado a la búsqueda de empleo también se explica por el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB). A pesar de que México tuvo una contracción fuerte en 2020, el crecimiento económico hasta el tercer trimestre del 2021 no ha alcanzado a compensar dicha caída, expone Adriana García, directora de Análisis Económico de la organización ¿México Cómo Vamos?
“Una cosa es que veamos movimiento en la calle, que encontremos tráfico o que el registro del IMSS está regresando al mismo número de puestos de trabajo, pero esto no significa que estamos en las mismas condiciones que antes del Covid-19”, subraya la especialista.
La crisis de inactividad
En épocas normales, la tasa de desocupación se mueve debido a flujos naturales en el mercado de trabajo, esto es, personas que pasan del empleo al desempleo y viceversa. Sin embargo, en el contexto actual, los movimientos en la tasa de desocupación se deben a que las personas que pierden su trabajo se quedan en búsqueda de un nuevo puesto o bien pasan a la inactividad, explica Marcelo Delajara.
“En las malas épocas el flujo es al revés, del grupo de empleados salen personas que van al desempleo o hacia la inactividad y, por lo tanto, el nivel de desocupación aumenta”, puntualiza.
En México, la inactividad abarca a 7.5 millones de personas, son 1.6 millones más de las que se encontraban antes de la pandemia en esta condición. Los también catalogados como “desalentados” son la población integrada por quienes no tienen empleo y no están buscando trabajo, pero aceptarían uno si se lo ofrecieran. Esto refleja el entorno adverso que se percibe para incorporarse a una actividad laboral.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha advertido que la pandemia puede generar una crisis de inactividad más profunda que la del propio desempleo. La migración de la inactividad al empleo suele ser más compleja.
“Crisis anteriores han puesto de manifiesto que la ‘activación’ de la situación de personas que se encontraban previamente inactivas es más difícil que volver a emplear a personas que han perdido su trabajo, de ahí que la existencia de índices elevados de inactividad pueda dificultar aún más la recuperación del empleo”, alertó el organismo multilateral.
Desde la perspectiva de Jesús Carrillo, uno de los aspectos más preocupantes en la recuperación del mercado de trabajo es la brecha laboral, un indicador que concentra a las personas desocupadas, las inactivas y los trabajadores subocupados (quienes trabajan jornadas reducidas). Esta tasa refleja la necesidad de empleo en el país.
La brecha laboral registra a 3 millones de personas más de las que abarcaba previo a lo observado antes la emergencia sanitaria y su nivel actual se debe en buena medida al ritmo que mantienen la inactividad y la subocupación. En suma, 15.6 millones de personas tienen la necesidad de un empleo bajo esta medición.
“Estas personas son las que están batallando en el agregado, porque no tienen trabajo o están fuera de la fuerza laboral, en particular mujeres, o bien, son personas que encontraron un trabajo, pero no es suficiente, están subocupadas y necesitan más horas de trabajo”, apunta el especialista del IMCO.
Otros indicadores del desempleo
Tradicionalmente el desempleo en México se reporta a través de la tasa de desocupación, la cual abarca a las personas que no tienen trabajo, pero se encuentran en búsqueda activa de una oportunidad laboral. La tasa se ubica en 3.6%, la más baja en lo que va de la pandemia, pero demoró 21 meses en retornar a esos niveles.
Pero éste no es el único indicador de desempleo. Los “disponibles” de la Población No Económicamente Activa (PNEA), un grupo conformado por quienes no tienen trabajo, pero no están buscando un empleo, también refleja la desocupación en el país. En esta condición hay todavía 1.5 millones de personas más de las reportadas antes de la emergencia sanitaria.
También se encuentra la tasa de desempleo extendido, la cual se obtiene al sumar a los desocupados y los inactivos. En noviembre, este indicador se ubicó en 14.65% después de reducirse 0.28 puntos porcentuales con respecto a octubre. A pesar de esto, está lejano al 11.98% que se observaba en marzo del año pasado.
Por último, un indicador que ayuda a medir la competencia en la búsqueda de empleo es la Tasa de Presión General, la cual concentra a las personas activas en búsqueda de una oportunidad laboral, esta se ubica en 7.13% y representa 642,334 personas más en esta condición en los últimos 21 meses de recuperación.
FUENTE: El Economista