En la revista Emerging Infectious Diseases, respaldada por los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, según sus iniciales en inglés), se ha publicado un documento que advierte que la lepra se ha convertido en una enfermedad endémica en la región sureste de Estados Unidos, específicamente en Florida.
Durante el año 2020, casi una quinta parte de los casos reportados a nivel nacional, es decir, un total de 159 casos, se registraron en este estado.
Históricamente, la lepra ha sido poco común en los Estados Unidos; la incidencia alcanzó su punto máximo alrededor de 1983, y se produjo una reducción drástica en el número anual de casos documentados desde la década de 1980 hasta el 2000.
Sin embargo, desde entonces, los informes demuestran un aumento gradual en la incidencia. El número de casos notificados se ha más que duplicado en los estados del sureste durante la última década.
¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL CONTAGIO?
Para explicar este aumento, se barajan diversas hipótesis. Una posible causa podría ser el infradiagnóstico debido a la pandemia de Covid-19. También mencionan la naturaleza de la enfermedad, donde los síntomas pueden no aparecer hasta 20 años después de la infección.
También se considera la posibilidad de que la exposición a ciertas especies, como el armadillo de nueve bandas, conocido por ser un reservorio natural de la lepra, podría ser una fuente de infección. Sin embargo, esto es difícil de confirmar sin conocer el momento exacto de la infección.
El origen de la lepra
Por otro lado, la región recibe inmigrantes de países con un gran número de casos de lepra, como Brasil, Venezuela y México. Recientemente, la Secretaría de Salud de México informó que el país tiene 300 casos de lepra y que se han identificado 12 municipios como «prioritarios para lepra» debido a su prevalencia por cada 10.000 habitantes.
LEPRA EN MÉXICO
Concretamente, la lepra sigue presente en México con 300 casos registrados por la Secretaría de Salud que se distribuyen en la mayoría del territorio nacional. Solo cuatro estados —Chiapas, Sonora, Baja California y Tlaxcala— no registran afectados por esta enfermedad infecciosa. Doce municipios con alta incidencia han activado las alarmas del Gobierno, que los ha puesto bajo vigilancia epidemiológica.
Los municipios más golpeados son Tuxcacuesco, San Sebastián del Oeste y San Cristóbal de la Barranca en Jalisco; Nocupétaro y Nuevo Urecho en Michoacán; Tlaltizapan en Morelos; Lampazos en Nuevo León; El Espinal, Santiago Niltepec y San Miguel Chimalapa en Oaxaca; Choix en Sinaloa, y Tunkas en Yucatán. Estas localidades han sido designadas por la Secretaría de Salud como «municipios prioritarios para lepra», debido a que presentan una prevalencia superior a un caso por cada 10.000 habitantes. En México, la mayoría de los afectados son multibacilares, es decir, que el paciente presenta seis o más lesiones en la piel.
Con todo, México ha logrado un progreso significativo en la lucha contra la lepra. Durante un período de 30 años, el país ha experimentado una reducción drástica en los casos de lepra, pasando de más de 17.000 registrados en 1992 a sólo 618 casos al finalizar el año pasado. Este logro se atribuye a las medidas enérgicas tomadas contra la enfermedad, que se han centrado en una estrategia para erradicar la lepra como un problema de salud pública.
La Secretaría de Salud de México subraya que para continuar con estos avances, es crucial interrumpir la cadena de transmisión de la enfermedad. Para ello, se realizarán jornadas dermatológicas destinadas a localizar y examinar a aquellos que han estado en contacto con los enfermos de lepra.
¿CÓMO SE CONTAGIA LA LEPRA Y CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?
La lepra, también conocida como enfermedad de Hansen, es una afección crónica y progresiva causada por la bacteria Mycobacterium leprae. Esta bacteria provoca una serie de síntomas que incluyen úlceras cutáneas, daño neurológico y debilidad muscular que, si no se trata, tienden a empeorar con el tiempo.
El contagio de la lepra no se produce fácilmente y, una vez infectada, una persona puede pasar años antes de manifestar cualquier síntoma, lo que dificulta determinar dónde y cuándo se contrajo la enfermedad. Por este motivo, los niños tienden a ser más susceptibles a la infección que los adultos.
Con todo, en la actualidad, la mayoría de las personas que entran en contacto con la bacteria Mycobacterium leprae no desarrollan la enfermedad, ya que su sistema inmunológico puede combatirla. Se cree que la propagación de la bacteria se produce principalmente cuando una persona inhala pequeñas gotas liberadas al aire cuando una persona con lepra tose o estornuda. También puede transmitirse por contacto directo con las secreciones nasales de una persona infectada.
En cuanto al tratamiento de la lepra, se utiliza una terapia combinada de medicamentos antibióticos para tratar la infección y prevenir la propagación de la enfermedad. Este régimen terapéutico, administrado durante un período de 6 a 12 meses, ha demostrado ser efectivo para curar la enfermedad y prevenir complicaciones futuras. Además, el tratamiento de la lepra puede requerir cuidados adicionales para tratar las complicaciones físicas y psicológicas asociadas con la enfermedad.
Con todo, la aparición de cepas de Mycobacterium leprae resistentes a los medicamentos y el aumento del número de casos a nivel mundial están generando preocupación a nivel global. Este aumento puede ser el resultado de varios factores, incluyendo una mayor exposición a la bacteria, cambios en los patrones de migración y un mejor acceso a las pruebas de detección que permiten identificar más casos.
LA LEPRA EN LA HISTORIA
Durante la Edad Media se pensaba que los leprosos enfermaban como castigo divino por sus pecados y se solía relacionar con la lujuria y con la promiscuidad, por lo que se acostumbraba expulsar a los enfermos de las comunidades y desposeerlos de sus bienes.
Durante siglos, la lepra ha sido una enfermedad estigmatizante. Incluso en 1909 en España, se decretó la exclusión y reubicación de los leprosos en leproserías. Este estigma social asociado con la lepra persiste en muchas regiones, obstaculizando los tratamientos tempranos. El médico venezolano Jacinto Convit fue reconocido en 1987 por descubrir una cura para la enfermedad. Sin embargo, la OMS estimaba en 1995 que millones de personas estaban en situación de discapacidad permanente por lepra.
Las cuarentenas forzadas son consideradas medidas innecesarias y no éticas, pero aún persisten leproserías en varios países. Muchos de los segregados en estas comunidades, diagnosticados erróneamente como leprosos, en realidad padecían sífilis. La última leprosería de Europa Occidental es el Sanatorio de Fontilles en España.